viernes, 15 de junio de 2012




Elegante, de gran porte, capa azabache, cola y crines largas y vaporosas son las características que impactan al ver al caballo frisón. 

De origen ancestral, cruza entre los pesados caballos europeos continentales y los pequeños caballos celtas, su nombre se lo da la región de Frisia en los países bajos (Friesland). Un caballo que ha participado en la historia universal, como caballo de guerra, caballo de reyes, caballo de justas y caballo de trabajo.
A pesar de que las exigencias con los años variaban, el caballo Frisón ha guardado la misma morfología. Existen ciertos aspectos que son difíciles de describir pero tienen que ver con la nobleza, el orgullo y la vitola o apariencia. Sus rasgos más importantes son los ojos obscuros de mirada entrañable, el cuello erguido, las crines negras espesas y largas, así como la cola ondulada y el abundante pelo en las cuartillas de sus patas. El color negro representa la característica más preponderante de la raza. El único detalle blanco que se admite es en la frente y preferiblemente de un tamaño muy reducido. La cabeza no debe ser ni larga ni grande, sino denotar nobleza y expresión; las orejas, de tamaño mediano con sus puntas dirigiéndose levemente hacia el interior. El cuello erguido, deberá ser lo suficiente largo, sin mostrar una sobre masa o ser excesivo. La grupa se prefiere algo alta y suficientemente larga. Las extremidades tienen gran importancia, debiendo estar correctamente balanceadas y conformadas, ser resistentes y sin fallas.